Llego allí, después de haber cazado, y me siento, apoyada contra un pedazo de muro.
Entierro la cabeza entre las manos, pues me siento débil... la sangre de animales, en realidad, no basta para alimentarme propiamente... necesitaba sangre humana, pero esa era imposible de conseguir. Seguí allí sentada hasta que el crepúsculo se me echó encima, y, no queriendo encerrarme en la torre, camine lentamente hacia allí.