Caminé hasta la plaza y paseé por ella entrando por las tiendas y mirando el escaparate. Atravesé la plaza y me acerqué a la fuente de agua y la acaricié con la punta de los dedos. Me quité la bolsa del cuello y saqué una brillante moneda de oro. Cerré la mano sobre ella y me puse de espaldas a la fuente. Pedí el deseo y lancé la moneda.
Caminé hasta uno de los bancos y me senté. Cuando comenzó a anochecer me fuí al colegio.